Hoy nos toca hablar de agresiones sexuales, libertad y consentimiento. Sobre todo del consentimiento sexual, que es la base del respeto y de unas relaciones sexuales auténticamente libres. La violencia sexual en cualquiera de sus manifestaciones (abuso, acoso, agresión) es una realidad muy triste y fruto de una cultura sexista que sigue considerando a las mujeres un objeto sexual y no un sujeto en igualdad plena de derechos con los hombres. Las agresiones sexuales a las mujeres, en sus mil y una formas, son el pan nuestro de cada día, algo doloroso en una sociedad que pretendemos solidaria e igualitaria.
Estos días ha salido a la luz la sentencia del tristemente famoso caso de «La Manada» donde un grupo de cinco hombres, algunos con formación militar, arrinconaron a una mujer en un portal y la violaron de forma sistemática. Estos hechos han echado a la calle a miles y miles de personas indignadas por este fallo judicial absurdo, injusto e insultante a la víctima y, por extensión, al resto de las mujeres.
Los colegios profesionales de Psicología, junto con compañeros y compañeras psiquiatras también han reaccionado en contra de la sentencia y a favor de las víctimas de violencia sexual. Todos los días tratamos en nuestras consultas a mujeres, a menores y también a hombres que han sido víctimas de violencia sexual (abusos, acosos y violaciones) y que se están recuperando psicológica y emocionalmente del trauma sufrido.
NO es No y SÍ es SÍ
Nos estamos acostumbrando a algunas frases y campañas con el eslogan «NO es NO» y que chocaban hasta bien poco con una mentalidad vieja que consentía el abuso sexual hacia las mujeres, el acoso y la presión e insistencia en mantener relaciones relaciones sexuales cuando ésta lo rechazaba.
Me han llegado a decir algunos hombres en mi consulta, en el contexto de una terapia, que eso era lo normal, que las mujeres tienen que negarse para demostrar una pretendida «virtud» (!?) ó bien que es parte de un juego sexual para excitarlos aún más. Actitud tóxica, machista y peligrosa donde las haya. Un «NO» significa que no quiero. Y punto. Incluso en una relación de pareja estable, incluso en una relación de noviazgo.
Ahora toca explicar que si no hay un «SÍ» no hay consentimiento. Por tanto es un NO. Perdonen que me extienda en estas cuestiones pero es necesario porque parece que mujeres y hombres no hablemos el mismo idioma. O que algunos no lo quieran entender, que es más grave si cabe.
Una persona borracha o drogada está incapacitada para dar un consentimiento. Según recoge la legislación sobre agresiones sexuales en Suecia se produce una violación no sólo si existen amenazas o violencia, sino también cuando una persona está inconsciente, dormida, con un gran miedo, bajo los efectos de drogas, enferma, herida o mentalmente alterada.
En otras legislaciones, como en Reino Unido, los delitos de agresión sexual ó violación se basan en la falta de consentimiento. Podemos definir consentimiento cuando una persona consciente acuerda por su propia elección y tiene la libertad y la capacidad para hacer una elección.
La legislación española diferencia entre ABUSO sexual y AGRESIÓN sexual (o violación) dependiendo de ha existido violencia o intimidación o no la ha habido. Ambos delitos tienen como agravante si sucede una penetración (vaginal, bucal o anal).
FALSAS CREENCIAS PELIGROSAS
Voy a señalar tres creencias absurdas que justifican muchas agresiones y que incluso pueden llevar a profesionales de la justicia a interrogar a la víctima de forma incorrecta culpabilizándola y revictimizándola.
El primero es que un NO es un Sí encubierto. Esta creencia lleva a pensar que las mujeres deben ser insistidas como parte del juego sexual de seducción. Que las mujeres quieren sexo aunque se nieguen a ello de forma evidente. Se trata de un peligroso mito machista, absurdo y fruto de un concepto de la mujer-objeto al servicio de las necesidades sexuales de los hombres.
El segundo mito es que los hombres son más sexuales que las mujeres porque biológicamente tenemos más testosterona. Esto es falso completamente pues los mayores niveles de testosterona en el hombre no llevan a un mayor nivel de deseo sexual ni a ser más agresivos que las mujeres. Pretende justificar comportamientos irrespetuosos sin base alguna objetiva. Que algunos hombres sean violentos o que cometan agresiones sexuales se debe a una educación sexista y a la carencia de valores de igualdad y de respeto.
El tercer mito hace referencia a que las mujeres provocan las agresiones sexuales por su forma de vestir o comportarse. Realmente me da vergüenza tener que hablar todavía de todo esto pero lo veo en mi consulta cada día. Cómo las actitudes machistas unidas a una falta de reflexión y de sentido común se reproducen y siguen haciendo daño. para muestra un botón: hace poco me comenta un hombre durante la terapia de pareja y con su mujer presente: «Fernando, tendrás que reconocerme, tú que eres hombre, que todos los hombres somos infieles por naturaleza». Para su sorpresa le respondí que eso no es así y que la infidelidad es fruto de una inmadurez emocional y de una falta de compromiso con los demás y con tu propia palabra y coherencia.
Lo más preocupante de todo esto es la creencia profunda de que los hombres por naturaleza son más sexuales y más agresivos, tienen mayores necesidades sexuales…cuando todo esto no es así. Ya sabemos que el cerebro es como un ordenador y que funciona con los programas que son los pensamientos y actitudes. Si el cerebro de muchos hombres funciona con programas incorrectos, tóxicos ó virus, resulta que sus comportamientos también serán incorrectos, tóxicos y dañinos.
Hay que decir bien claro que no todos los hombres son iguales y que muchos creemos y vivimos la vida desde el respeto profundo, la igualdad y la convivencia pacífica. También es verdad que existen delincuentes y depredadores ahí fuera que deben ser parados y castigados
NI CULPAS NI VERGÜENZAS
No puedo terminar este documento sin mencionar a las víctimas de la violencia sexual en cualquiera de sus formas. Es importante creer a las personas que han sido agredidas y abusadas sexualmente. Educar a los hijos e hijas en la confianza y en que les vamos a creer siempre y a proteger es algo fundamental. Acompañar a una mujer a hacer una denuncia en caso de agresión sexual, adecuadamente asesorada e informada de todo el proceso judicial es algo básico y fundamental para evitar ser expuesta a la vergüenza y al miedo. Evitar la revictimización que sólo profundizará las heridas y la desconfianza y va a hacer más difícil su recuperación.
También es importante el apoyo y la ayuda psicológica con psicoterapia para facilitar un espacio de protección y elaboración emocional de lo ocurrido. Es importante decir que las agresiones sexuales pueden superarse con la ayuda y actitudes adecuadas y que existen profesionales de la salud especialmente entrenados para eso. Podemos ayudar a eliminar emociones incorrectas pero habituales como los sentimientos de culpa, indefensión, confusión y vergüenza por lo que haya podido ocurrir y orientar en la dirección correcta para una recuperación completa y satisfactoria.
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Desde mi opinión y como hombre he de decir que el tema del que trata fundamentalmente este post es el de la sentencia de la manada y mi repulsa por estos miembros de mi propio sexo. Los límites están totalmente marcados en cuanto a la voluntad de una persona de tener sexo con uno/a o unos/as. No sé sí los hombres seremos más o menos sexuales, me da igual, pero no es posible considerar nisiquiera persona a estos seres que han sido protegidos desde instancias judiciales hasta medios de comunicación. Sólo espero que la chica violada de Pamplona sea capaz de reconducir su vida y de disfrutar todo lo que tenga por delante que sin duda será mucho.
Aparte de lo obvio del tema del post que es no usar la violencia en el sexo si no se quiere en las relaciones sexuales, parece que por mucho que ocurra como la sentencia de Pamplona y tantas otras otras, no parece que el tema acabe de agotarse. Todos estos «depredadores sexuales» que pululan por ahí tanto si es un vecino como una persona que conoces una noche, parecen no entender que algo que no es tolerable nisiquiera divertido, que basta ya de abusar, de violar y de forzar a alguien que no quiere o que no está ni en condiciones físicas para hablar no digamos para consentir. Pero es cierto, no todos los hombres son iguales. Sólo espero que las generaciones venideras puedan formarse mejor de lo que lo hemos podido hacer algunos de ellos.
Es terrible que estemos como estamos. Lo de la sentencia de Pamplona es una vergüenza social. Con el agravante de la profesión de alguno de ellos….
Poco a poco vamos transformando la sociedad, pero a veces el coste es muy alto, pobre chica. Si es muy sencillo, hay que respetar a los demas. Muy interesante el post.