La pornografía está ocupando el espacio de la educación sexual. Los datos parecen confirmarlo. Los menores de edad acceden a internet buscando la información que no se les ofrece ni en las familias ni en los colegios. Y se encuentran con contenidos que no están creados para informar ni para educar. La confusión crece mientras la educación sexual sigue siendo la asignatura pendiente en casa y los adultos miran para otro lado.
¿Educación sexual o Pornografía? Se trata de dos realidades antagónicas que no deberían mezclarse pero que se confunden en la mente de los adolescentes. La educación sexual sigue brillando por su ausencia y este agujero de información lleva a los menores de edad a buscar y compartir sus hallazgos en internet entre sus grupos de iguales. Y las informaciones falsas y deformadas se extienden.
Esto no es algo nuevo. Los datos indican que el acceso a contenidos pornográficos se hace desde edades cada vez más tempranas. La edad de la primera comunión, sobre los 11 años, significa el acceso al deseado móvil que abre una ventana a un mundo virtual sin filtros. Padres y madres siguen sin atreverse a hablar de sexualidad en casa y sin saber cómo hacerlo. O lo hacen desde la prohibición y el miedo.
Chicas y chicos entre 14 a 17 años reconocen que sus fuentes de información sexual prioritarias siguen siendo los amigos y amigas mayores (36,6%) y los materiales de tipo pornográfico (20%). Dicho en otras palabras, la mayor parte de la información sexual reconocida por los mismos adolescentes procede de fuentes nada fiables o que, directamente, no están creadas para informar.
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Cuando les preguntamos «¿Quién te gustaría que te informara sobre sexualidad?» lo dicen bien claro: expertos en sexología y, en segundo lugar, los propios padres y madres. Este dato resulta interesante pues sitúa la responsabilidad sobre la información sexual en casa y de la mano de profesionales formados. La pelota está en nuestro tejado y la educación sexual sigue sin hacerse.
«Los datos indican que el acceso a contenidos pornográficos se hace desde edades cada vez más tempranas. La edad de la primera comunión, sobre los 11 años, significa el acceso al deseado móvil que abre una ventana a un mundo virtual sin filtros«
El problema de desinformación crece de forma exponencial. Antes era una revista que se compartía entre un pequeño grupo pero ahora son fotos y vídeos que circulan de forma masiva. La pornografía no está hecha para informar ni para educar. Tampoco para el acceso de los menores de edad, sin formación ni filtros que les hacen confundir la ficción con la realidad. Es importante decir que la pornografía es ficción y que su objetivo es estimular la erótica de personas adultas. Al igual que no nos creemos que las películas de extraterrestres sean reales igual sucede con el porno. Se trata de una industria para adultos que muestra fantasías y contenidos que no corresponden a la realidad.
Como decía, el problema no reside en la existencia de la pornografía, cuestionable en muchos sentidos por transmitir una imagen deformada del sexo y centrada en modelos sexuales agresivos. También sigue utilizando la imagen de la mujer como objeto sexual al servicio del placer masculino y reduciendo la sexualidad a poco más que un encuentro gimnástico y rápido. Por supuesto no está hecha para educar. El problema es la falta de información y educación sexual que sigue sin hacerse. Y que deja un agujero y una necesidad de ser informados no atendida. En consecuencia, es normal que ese deseo de saber lleve a buscar en lugares inadecuados si no se encuentran otros mejores.
Las consecuencias son negativas, se extienden los miedos y complejos corporales. He atendido a personas muy jóvenes que no se atreven a relacionarse por considerarse inadecuados o insuficientes corporalmente. El miedo a tener el pene pequeño es frecuente. El susto ante las primeras relaciones sexuales que se ven rápidas y fáciles en las películas. Imágenes y modelos que no reflejan las necesidades y deseos reales de los adolescentes pero que les empujan a un sexo rápido, inseguro y, en muchos casos, no deseado.
¿Qué podemos hacer ante esto? El primer paso es reconocer que nuestros hijos e hijas son personas sexuadas desde que nacen y que tienen una necesidad natural de saber y de entender su mundo. Desde los primeros años es correcto respetar y responder a sus preguntas así como mostrar una actitud positiva hacia sus dudas y cuestiones sobre sexualidad. ¿De dónde vienen los niños? ¿Mujeres y hombres somos diferentes? ¿Cómo son las primeras relaciones sexuales? ¿Cómo vivirlas sin riesgos y sin miedos?
Lo más importante es mostrarnos como padres y madres disponibles. Puede que no tengamos todas las respuestas pero las podemos buscar juntos. Lo más importante es la actitud de respeto y aceptación hacia nuestros hijos. Prohibir sin más y cerrar los ojos sólo resulta útil para cerrar el círculo del aislamiento y la desconfianza en el adulto que ya han desarrollado. Y que se sientan solos en un mundo demasiado complicado en el que deben relacionarse y ser felices.
Transmitir un concepto de la sexualidad como placer y comunicación, aprender a decir que «no» si algo no apetece, comprender los riesgos de embarazos no deseados y de transmisión de infecciones sexuales. Ayudarles a sentirse seguros y preparados para lograr sus primeras relaciones de pareja felices. Y también sus primeras experiencias sexuales satisfactorias y sin miedos.
Cerrar los ojos y no querer ver sólo va a perpetuar la espiral del tabú y ocultación que henos heredado y que sabemos a dónde conduce. No dejar solos a nuestros hijos es nuestra principal función como padres. Y mostrarnos disponibles, nos guste o no nos guste lo que piensen o decidan hacer. Siempre orientar, responder y, sobre todo, creer en su buen criterio mostrando nuestro apoyo y comprensión. Y advertir de que no todo lo que vean en Internet puede ser real. Ayudarles a desarrollar un sentido crítico de la vida y a navegar con buen criterio en el mundo real y en el mundo virtual.
Puede interesarte escuchar mi programa de colaboración con Radio Albolote donde hablo de «Educación Sexual o Pornografía: adolescentes confundidos»