La pornografía está ocupando el espacio de la educación sexual. Los datos parecen confirmarlo. Los menores de edad acceden a internet buscando la información que no se les ofrece ni en las familias ni en los colegios. Y se encuentran con contenidos que no están creados para informar ni para educar. La confusión crece mientras la educación sexual sigue siendo la asignatura pendiente en casa y los adultos miran para otro lado.